martes, 8 de septiembre de 2020

Ciencias Naturales



 https://continuemosestudiando.abc.gob.ar/recurso/primaria/5-to-ano/ciencias-naturales/actividades-para-realizar-en-el-hogar?u=5f0e50ef33e5cb0ded043da5

Moodle Módulo 4

 


Conocimientos básicos de Moodle-

Hacia una pedagogía de la virtualidad

 

Módulo 4. Acompañar las trayectorias en Moodle

 

 

Introducción

Estimadas y estimados colegas, les damos la bienvenida al último módulo de este curso. Nos propusimos abordar lo específico de la virtualidad como territorio de enseñanza ahora, en tiempos de pandemia, pero también en futuras instancias que combinen el aula presencial con la escuela por otros medios. El objetivo fue sentar las bases de algunas discusiones pedagógicas que nos permitieran pensar maneras de hacer escuela en la arquitectura particular de Moodle; específicamente, en relación a su propuesta de organización (aulas, clases), a las tareas posibles y a los recursos para trabajar de manera grupal y así poder acomunarnos.

En este nuevo módulo, nos enfocaremos en la evaluación, dentro del medio digital, pensada como una parte central de la enseñanza. Recorreremos la elaboración, el registro y la lectura de información cuantitativa y cualitativa que brinda la plataforma Moodle sobre la trayectoria de cada estudiante y sobre la propuesta en general. Asimismo, interrogaremos esas propuestas técnicas desde una mirada pedagógica que nos permita ponerlas en función de unos sentidos de la evaluación no como instancia de calificación y acreditación, sino como una estrategia más para enlazar a los y las estudiantes al proyecto escolar en este contexto de interrupción de la presencialidad.

 

Objetivos

   Repensar la evaluación como parte de la enseñanza y como práctica que enlaza con la cultura común.

   Explorar los recursos que permiten producir información en Moodle para evaluar la enseñanza y orientar los aprendizajes.

   Construir criterios e instrumentos de registro y acompañamiento cuantitativos y cualitativos en medios digitales para el fortalecimiento de las trayectorias de las y los estudiantes.

 

Contenidos

La evaluación en la enseñanza escolar: sentidos posibles desde la perspectiva de cuidado y el paradigma de derechos. Información disponible en la plataforma Moodle para el seguimiento de trayectorias. La evaluación como parte de la enseñanza; la búsqueda de información para reorientarla. Evaluar para acompañar los aprendizajes y poner a disposición de los y las estudiantes pistas para seguir aprendiendo.

 

La cuestión de la evaluación

La evaluación constituye uno de los nudos centrales de la enseñanza escolar donde se cristalizan disputas, sentidos y contrasentidos. Tanto el debate como su práctica (más o menos cotidiana o excepcional) se organizan de acuerdo a imaginarios sobre el porqué de la enseñanza y de la escuela, sobre el valor del conocimiento y la cultura, sobre el lugar de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en la sociedad y sobre el vínculo entre generaciones, entre muchas otras cosas. Se trata de sentidos arraigados, pero no siempre explícitos, de modo que ponerlos en discusión (y que esas discusiones movilicen una revisión de las prácticas) es un desafío interesante.

 

Pero, tal vez, la dificultad más concreta para interrogar la evaluación como práctica escolar resida en que, en ella, se ponen en juego imaginarios propios del ámbito de las escuelas que, en su origen, son imaginarios sociales que atraviesan a los sujetos. Hay sentidos en la sociedad que equiparan evaluación y calificación (sobre este punto volveremos luego). En esta lógica, la “evaluación escolar” funcionaría como un dispositivo que distribuye –y condensa– éxitos y fracasos que parecieran decir quiénes somos y quiénes seremos en la escuela y, a veces, fuera de ella. Necesitamos deconstruir estas ideas, ya que en la escuela no evaluamos personas, sino procesos de enseñanza y de aprendizaje.

En esta dirección, queremos pensar la evaluación como una parte más del encuentro entre generaciones que se produce en las escuelas, como otra instancia del entramado que enlaza (o desenlaza) a los nuevos y las nuevas con una comunidad y con la cultura común. Es muy probable que, en estas líneas (o en este curso o en estos tiempos), no podamos resolver todos los problemas de la evaluación escolar, aunque sí podamos construir algunos acuerdos que nos permitan transitar mejor el territorio de la virtualidad en los extraños días de pandemia.

 

Evaluación para la emancipación

Pero ¿por qué evaluamos? Una respuesta rápida, no por ello menos atenta, podría ser que lo hacemos porque lo exige el marco normativo a partir de una arquitectura administrativa que nos pide cierto número de calificaciones por estudiante en distintos momentos de cada ciclo lectivo como parte de un plan de evaluación. O sea que evaluaríamos porque la escuela acredita saberes y porque la gradualidad y progresión de la organización curricular de la escuela así lo requiere. Si bien son dos verdades indiscutibles, en realidad aquí estamos respondiendo más bien por qué calificamos y por qué acreditamos, pero la evaluación es mucho más que eso.

Entendida como acreditación y calificación, la evaluación es el punto de llegada de muchas decisiones que se toman cotidianamente en las aulas, de modos de entender, mirar y hacer que dan forma a la tarea y las intervenciones de cada docente. También es una cuestión de igualdad en tanto una práctica puede reproducir desigualdades o agregarse como un modo típicamente escolar de exclusión cuando funciona de puente, sin escalas, entre el origen de los y las estudiantes y su destino, cuando transforma las desigualdades distributivas en desigualdades educativas. Finalmente (el recuento no es exhaustivo), la evaluación, así entendida, puede ser un ejercicio de poder, la renovación de una distancia entre quien decide y quien no puede hacerlo, un pilar –no siempre voluntario– de la autoridad docente tal y como la viven unos y otros.

En contraposición, nos interesa ampliar la definición de lo que significa evaluar en la educación escolar y poner el foco en su potencial emancipador. ¿Cómo sería una evaluación de este tipo? En principio, sería una evaluación que se piense inseparable de la enseñanza, como un momento más y no como un punto de llegada. También, que produzca información cualitativa más que cuantitativa; un insumo que sirva, al mismo tiempo, para revisar cómo estamos enseñando y cómo (y no cuánto) están aprendiendo los y las estudiantes. Además, que no tenga sorpresas, que no busque la falta, que vaya más allá de la verificación, que esté integrada a la enseñanza misma (y no como una instancia independiente, fuera de borda) y se oriente a la valoración y comprensión.

En esta dirección, Philippe Meirieu (2016) señala que la evaluación está en el corazón de la relación pedagógica entre enseñante y aprendiz, ya que es lo que permite a este último comprometerse con la tarea de aprender, que puede ser frustrante y compleja y que alberga siempre el riesgo de no poder. Como ya recuperamos en el Módulo 2 al hablar de motivación, para el autor es el apoyo y el reconocimiento lo que invita a esa aventura, la confianza en que, no importa qué suceda, no estamos solos, sino aprendiendo con otros. Es en las pistas sobre cómo va el proceso, en la palabra amable que orienta y permite ver más allá de lo concreto, donde cada estudiante encuentra la oportunidad de fortalecer su autonomía.

“Estamos hablando del movimiento mismo de la emancipación de un sujeto que progresa asumiendo la dependencia respecto de sus ‘maestros’ para ir apartándose de ese aporte a medida que este se va incorporando en su propia marcha. Y vemos emerger aquí el verdadero sentido de toda evaluación que pretenda ser auténticamente educativa: permitir a quien ha aprendido ‘saber que sabe’ y proseguir sus propios aprendizajes” (Meirieu, 2016, p. 57)

 

Evaluar en la emergencia

En el contexto de pandemia, todas las consideraciones anteriores sobre la evaluación se renuevan a la luz de los nuevos desafíos. Por un lado, porque el cuidado y la renovación del lazo ganan protagonismo en el hacer escuela por otros medios. Por otro, porque la orientación general de política educativa es, precisamente, no calificar a los y las estudiantes por el momento y pensar la evaluación de forma amplia.

Esto de ninguna manera significa que dejamos de evaluar y valorar las producciones y la participación de los y las estudiantes; seguimos necesitando la información que la evaluación produce en tanto es un insumo fundamental para seguir adelante que, además, tiene dos objetivos centrales: el primero es permitir orientar las decisiones docentes en cuanto a la reformulación (o no) de las propuestas de enseñanza; el segundo, servir de guía para que los y las estudiantes y sus familias estén al tanto de los aprendizajes que van sucediendo en la distancia.

Resulta preciso diferenciar la evaluación de la calificación. Es necesario valorar pedagógicamente lo que se ha realizado hasta ahora; evaluar para mejorar y reorientar los procesos de enseñanza y de aprendizaje. No obstante, las decisiones para calificar se basan en ciertas condiciones y en información sobre los procesos educativos que hoy no son posibles de dimensionar con rigurosidad pese a que no tenemos dudas de que estamos en un momento en que las y los docentes enseñan y las y los estudiantes aprenden” (Subsecretaría de Educación, 12/05/2020)

 

Uno de los motivos para no calificar ni acreditar –por el momento– tiene que ver con que no están dadas las condiciones para hacerlo. La escuela en la virtualidad no es igual a la escuela presencial; no hay un espejo que reproduce, lo que hay es un territorio que se propone alternativo para sostener el aprendizaje, aunque lo que se aprenda no sea lo mismo que en situaciones normales. Tampoco es la misma porque esa mínima condición de igualdad que ofrece el aula (ese tiempo suspendido de otras obligaciones, del trabajo productivo y las lógicas del capital y que es igual para todos y todas cuando nos encontramos ahí) no puede ser garantizada de la misma manera. Correríamos el riesgo, entonces, de estar evaluando las condiciones de vida y de infraestructura de las comunidades en las que viven los y las estudiantes –si tienen conectividad, estabilidad en la conexión de luz; si cuentan con dispositivos, cuáles y de qué manera (¿es suyo o comparten?, ¿hay adulto/a que pueda acompañar, apoyar, explicar?)– más que sus aprendizajes. La calificación como tal, en este contexto, puede llevarnos a penalizar las situación de desigualdad en vez de evaluar el desempeño de las chicas y los chicos.

Compartimos estos audios de la mamá de una estudiante de tercer año de una escuela Secundaria enviados a una profesora de Historia vía WhatsApp. Los y las invitamos a pensar si se trata de información valiosa para comprender las oportunidades de aprendizaje de cada estudiante y qué lugar ocupan en la evaluación. ¿En qué casillero del calificador van? Disponible aquí.

 

Proponemos, por lo tanto, ampliar todavía más lo que entendemos por evaluación y generar una temporalidad más larga a partir de mayores plazos para los registros que se irán enhebrando en la trayectoria, con la intención de darles tiempo a los y las estudiantes –y a sus familias–, de dar lugar a las conexiones y las desconexiones. Una temporalidad que le dé información importante tanto al/a la docente que registra que los chicos y las chicas pudieron hacer la tarea como a aquel o aquella que encuentra que, aunque no pudo enlazarlos en un primer momento, finalmente lo logró. Una temporalidad que nos va a permitir acompañar a los y las estudiantes y ajustar nuestras propuestas sin castigos por las condiciones de vida.

 

Como insumo para pensar la enseñanza entre todos y todas

El registro periódico de las actividades de cada estudiante colabora, como siempre, en el seguimiento de las trayectorias escolares. Este seguimiento aporta a la construcción de los procesos de evaluación. Evaluamos, en los términos que definimos antes, para fortalecer las decisiones pedagógicas y didácticas que debemos tomar para mejorar las trayectorias educativas de los y las estudiantes.

Aunque es específica del nivel, la Circular Técnica 2/2020 de la Dirección Provincial de Educación Primaria nos propone preguntas valiosas para pensar la evaluación como insumo para recrear la enseñanza que son válidas para otras aulas también:

“Cuando comenzamos a trabajar a distancia, ¿qué decidimos? ¿Les planteamos propuestas sobre contenidos de años anteriores?, ¿recibimos sus respuestas?, ¿fueron suficientes para hacernos una composición de lugar sobre el estado de conocimientos de las niñas y los niños de nuestro grupo? ¿En qué nos centramos al analizar sus respuestas? ¿Pudimos hacerles devoluciones de lo que fuimos observando? ¿Orientamos sus tareas y se las devolvimos o pudimos intervenir a partir de lo que observamos para que ellos mismos pudieran revisar y avanzar? Y, finalmente, ¿nos atrevimos a enseñar algo nuevo? ¿Cómo tomamos esta decisión? ¿Qué les enseñamos y cómo lo hicimos? ¿Qué resultados obtuvimos? Estas preguntas son centrales para pensar la evaluación en este momento.”

 

Del mismo modo que, en la presencialidad, estamos atentos al ausentismo con una mirada no punitiva ni sancionatoria, sino preocupada en garantizar trayectorias escolares continuas y completas, en Moodle también podemos identificar las ausencias, a aquellos y aquellas estudiantes desenlazados/as. Identificarlos/as y nominalizarlos/as es un primer paso en todas las estrategias orientadas a recomponer los vínculos pedagógicos.

Para esa tarea tan importante, que nos permite identificar tanto una ausencia prolongada como la falta de lectura o de participación en el aula, contamos con los Reportes de la plataforma.

¿Qué uso hacemos de esa información precisa que nos brinda Moodle? ¿Qué me dice ese dato sobre cada estudiante? Creemos que los reportes son una herramienta muy eficaz si la pensamos en clave de instrumento que nos asiste a la hora de garantizar el acceso y la permanencia de los y las estudiantes en la escuela. También cuando la escuela se hace presente por otros medios.

Pero ¿es suficiente la información sobre la periodicidad de accesos de cada estudiante para tomar decisiones sobre la enseñanza en el aula virtual? Sin duda, las características técnicas de Moodle nos facilitan el acceso a datos duros (que se detallan más adelante cuando describimos los tipos de informe por aula y por estudiante que podemos generar) que echan luz sobre la huella que va dejando el/la estudiante en su paso por la plataforma. Aunque amplios, esos datos no son suficientes para conocer en qué medida y de qué modo los y las estudiantes han logrado implicarse en el proceso de aprendizaje.

Reconociendo estas características de la plataforma y sus límites, tenemos la posibilidad de contar con esa información como instrumento que –leído institucionalmente con una mirada situada y amorosa– nos ayuda a establecer alertas (por ejemplo, si un/a estudiante no accedió al aula o lo hace muy esporádicamente) para buscar nuevas formas de contacto y acercamiento con ellos, ellas y sus familias.

Es importante, por lo tanto, pensar qué tipo de abordaje haremos como docentes y como escuela a partir del registro y la lectura de los datos formales (obtenidos en la plataforma) e informales (por otros medios, como los audios de aquella mamá). Compartir la información con colegas, con los equipos de orientación escolar, con los equipos de conducción y con todos los actores institucionales involucrados en el sostenimiento de las trayectorias escolares permitirá transformar el dato en criterio de trabajo, el número frío en presencia. Serán esos criterios colectivos de cada institución los que nos permitirán anticipar dificultades y recuperar y sostener el vínculo desde la distancia física.

 

¿Y el aprendizaje?

Como dijimos, Moodle nos ofrece una serie de datos como el acceso de cada participante al aula. De modo preciso, podemos identificar con algunos clics qué secciones (clases, foros, mensajería interna) han visitado o qué materiales se han descargado; además, es posible determinar la frecuencia de ese acceso (en qué momento del día y qué días de la semana ingresan las y los estudiantes, etc.). ¿Cómo pueden ser útiles estos datos al/a la docente? Sirven para conocer cuáles son los temas, recursos y espacios que convocan la atención de los y las estudiantes, por ejemplo; además, para reconocer cuál es el mejor momento para subir un material nuevo o para intervenir en un foro; en el mismo sentido, nos ayuda a pensar cuál es el formato más adecuado para ese material o intervención y esos y esas estudiantes.

Sin embargo, ¿nos dice algo sobre la enseñanza y el aprendizaje? Podría darse la situación de estudiantes que ingresan regularmente al aula virtual, revisan y descargan los materiales, pero no interactúan con el resto de sus compañeras y compañeros de manera frecuente o no presentan los trabajos planteados. Así como en el aula de la escuela la asistencia regular a clase no garantiza un proceso de aprendizaje rico, en el aula virtual tampoco los datos de acceso o frecuencia nos dirán mucho sobre ese proceso. ¿Dónde buscamos esa información, entonces? ¿Con qué indicadores contamos para conocer el progreso de los aprendizajes de nuestros y nuestras estudiantes?

En el Módulo 2, indagamos sobre la construcción de consignas y actividades. En el Módulo 3, trabajamos sobre la posibilidad de generar espacios de trabajo colectivo en el aula virtual. Es en la construcción de esos espacios y de esas consignas donde debemos poner el acento para que las propuestas de enseñanza contengan a los y las estudiantes, convoquen a la participación, dispongan a la reflexión e inviten al intercambio a partir del marco simbólico de referencia que ofrece el o la docente y que dialoga con la cultura común.


La escucha (¿lectura?) atenta de la participación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes en las aulas virtuales será la que nos permitirá construir esos indicadores. La entrega de una actividad o la resolución de un ejercicio nos dirán mucho más que el informe de Moodle acerca de esos avances. Estaremos atentos a las participaciones en los foros, a sus preguntas, a la expresión de una duda o de una sensación. Esas posibles interacciones sucederán gracias a la intervención del o de la docente, quien habilita, recupera y registra los intercambios en el aula virtual.

 

Como pistas sobre el propio proceso

En el ya citado Documento Base 2020 “Enseñanza y Evaluación: tercera etapa de cuarentena” de la Subsecretaría de Educación de la DGCyE, se señala que:

...hay una dimensión de la evaluación que implica la elaboración de información descriptiva y cualitativa sobre los logros y las dificultades que se dieron en el proceso de construcción de conocimiento. Esta información orienta la enseñanza y, paralelamente, es una manera de comunicar los avances obtenidos a estudiantes y familias. (Subsecretaría de Educación, 2020)

Es ese registro minucioso y exhaustivo –que se nutre de datos cuantitativos y de impresiones recogidas por el/la docente a partir de las diversas intervenciones de los y las estudiantes– el que construye y permite elaborar otro tipo de información: aquella que da cuenta del recorrido cada niño, niña, adolescente o joven estudiante.

Esos registros no solo permiten al/a la docente revisar su propuesta de enseñanza, sino que conforman un insumo fundamental para producir retroalimentaciones, ya sean grupales o individuales. Son pistas que buscarán orientar a los y las estudiantes indicando, con la mayor claridad posible, cuáles fueron sus logros (en un periodo, sobre una producción), qué aprendió y qué debe retomar en futuras tareas o actividades. Hacer disponible esta información a través de devoluciones claras y amorosas (un texto, un video, un audio, un collage de fotos) contribuye a la consolidación de esa autonomía progresiva que más arriba consignamos como condición de una enseñanza emancipadora.

“No es indispensable conocer exhaustivamente a un alumno o alumna para enseñarle y para hacerle lugar, pero sí, sin lugar a dudas, hay que reconocerlos. Hay que reconocerlos dignos legatarios de aquello que la escuela tiene para enseñar y del patrimonio cultural universal que les pertenece por derecho, hay que reconocerlos portadores de saberes y experiencias, hay que reconocerlos con capacidades, con derechos y como ciudadanos, no en el futuro, sino en el presente que la escuela construye con ellos”. (Southwell, 2013, p. 81)

 

Estas pistas sobre cómo seguir aprendiendo se plasman en cada devolución e impactan directamente en la motivación de los y las estudiantes, quienes se sienten reconocidos/as e interpelados/as por la palabra del adulto y la adulta. En cada devolución, el/la docente toma la palabra recuperando las producciones (el texto escrito, el audio, la foto enviada, el ejercicio resuelto) de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes y, en ese tejido, construye un puente cultural entre el/la que enseña y el/la que aprende recreando, en ese ida y vuelta, el vínculo de los y las estudiantes con el conocimiento.

 

Informes y reportes de Moodle

Los informes en Moodle son un tipo de consulta que el/la administrador/a (en este caso, el/la docente) le hace a la plataforma y que genera un reporte en formato de planilla de cálculo para mostrar distintos movimientos que usuarios y usuarias hacen dentro de la plataforma. Permiten contar con datos cuantitativos que pueden resultar útiles, como señalamos, para el reconocimiento de las posibilidades y hábitos de trabajo de nuestras y nuestros estudiantes (horas en las que se conectan, documentos accedidos, cantidad de accesos al aula, etc.). Estos datos duros, en diálogo con otros registros que irá tomando el/la docente, se transforman en insumos valiosos para acompañar y orientar el recorrido de los y las estudiantes en un aula virtual.

Por ejemplo, puede ocurrir que un/a estudiante ingrese al aula, pero no participe en los foros o que no haya completado la lectura de algún material que consideramos central para la comprensión de un tema o la realización de determinada actividad. Conocer ese dato nos ayudará a orientar de manera específica y personalizada a ese/a estudiante para que conozca qué le falta revisar, dónde le falta participar, cómo o cuándo sumarse a una tarea grupal.

En la siguiente infografía, podrán ver cómo obtener diferentes tipos de reportes en Moodle

Informes en Moodle [Infografía]. Disponible aquí.

 

 

Acerca de las calificaciones

Aunque no sea tiempo de calificar, no deja de ser relevante que abordemos una funcionalidad de Moodle que está orientada específicamente a esa tarea, ya que es parte integrante del proceso de educación escolar en contexto de normalidad y un recurso técnico que ofrece la plataforma y que debe ser tenido en cuenta.

La plataforma Moodle permite evaluar las distintas actividades propuestas asignando un valor escalar numérico o cualitativo a cada una. Esto incluye a las tareas, pero también, por ejemplo, a las participaciones en los foros, donde podemos agregar la posibilidad de calificarlas: todas las llamadas Actividades lo permiten. No obstante, es necesario subrayar que las calificaciones obtenidas del aula no reemplazan ni sustituyen –en todo caso, complementan– el registro que pueda hacer el/la docente junto a colegas de la misma escuela usando instrumentos propios, como las planillas de trayectorias que veremos en el próximo apartado.

En ocasiones, y según el nivel y ciclo educativo de desempeño, será necesario utilizar una escala de calificación específica de tipo cualitativo. Moodle permite la creación de indicadores personalizados completamente independientes de cualquier cuantificación (como el porcentaje de logro). El desafío está en pensar de qué manera hacer que esos indicadores, o notas-resumen no numéricas, no escondan una escala de logro entre el éxito y el fracaso. Se trata de volver a pensar fuera de la caja eso que el sentido común llama “evaluación”, y pensar a partir de devoluciones que den pistas, que informen, que marquen los pasos a seguir, que abran el juego a nuevas actividades y recorridos intentando evitar el riesgo de reproducir aquellas prácticas que no queremos traer al aula virtual.

Este desafío de pensar indicadores cualitativos no es necesario asumirlo de modo individual. Por el contrario, es un desafío colectivo que se asume desde lo pedagógico y desde lo tecnológico. Desde lo pedagógico, porque se trata de una conversación interesante y constructiva que puede dar lugar a procesos de formación al interior de las escuelas; también, porque los criterios compartidos fortalecen la institucionalidad, imprescindible en tiempos de pandemia (cuando la escuela no es una cuestión de tiempo y espacio, sino de formas, como discutimos en el Módulo 2). Desde lo tecnológico, porque esa configuración de indicadores de desempeño puede ser creada por el administrador del campus escolar y, de este modo, hacerla disponible al mismo tiempo para todas las aulas.

En el siguiente video, se explica brevemente la creación de escalas cualitativas para todas las aulas del campus institucional. Tutorial Moodle: Crear escalas personalizadas. Disponible aquí.

 

Finalmente, ponemos a disposición un video tutorial que muestra cómo, desde la Configuración de Calificaciones, podemos acceder a diferentes niveles de presentación de la información vinculada con los resultados asignados a los y las estudiantes mediante la evaluación de sus producciones. En el videotutorial, encontrarán un resumen de los distintos recursos recorridos mostrando el acceso al Libro de Calificaciones –un documento que reúne todas las calificaciones de un/a estudiante en los distintos espacios– y a las principales acciones de filtro y descarga de datos.

 

Tutorial Moodle: Exportar calificador. Disponible aquí.

 

Otros registros son posibles

En los apartados anteriores, analizamos los informes que nos brinda la plataforma Moodle. Tal como mencionamos, la información que nos suministra es, principalmente, de tipo cuantitativa. Pero, como docentes, sabemos que esto no nos alcanza para reconocer las necesidades propias de cada una y uno de nuestras y nuestros estudiantes. Claramente, una cantidad alta de ingresos y una larga duración de la estadía en el aula virtual pueden significar que el/la estudiante lee más en línea, o sea, puede significar un modo de trabajo con los materiales y, quizás, buenas condiciones de conectividad. Ingresos esporádicos sin duración de la conexión pueden mostrar que el/la estudiante prefiere descargar el material para leerlo fuera de línea (incluso imprimirlo); sin embargo, en muchos casos, más que una elección puede ser una necesidad por la precariedad de la conectividad disponible. En síntesis, es importante interpretar con relatividad la información cuantitativa y considerar siempre el contexto personal de cada estudiante y de cada comunidad.

En función de esto, el/la docente necesita registrar, además de lo cuantitativo, información cualitativa sobre los procesos de avance de los y las estudiantes. Cada institución y su equipo docente determinarán qué información les resultará útil y con qué grado de detalle la registrarán para poder hacer devoluciones más relevantes para la trayectoria de cada uno y cada una de sus estudiantes.

Mientras más detallado sea ese registro, mayor utilidad tendrá cuando se lo consulte. Pero, también es cierto, mayor detalle implica mayor esfuerzo y tiempo en su preparación. El justo equilibrio entre ambos extremos es un punto que cada equipo docente irá determinando en base a su experiencia, especialmente en este contexto de pandemia donde cuidar y cuidarnos, evitando la sobrecarga tanto para nosotros y nosotras como para los y las estudiantes, se vuelve tan necesario.

Las herramientas para construir esos registros en medios digitales pueden ser muy diversas y de mayor o menor complejidad. Una herramienta intermedia y muy flexible es la Hoja de cálculo de Google, que permite confeccionar planillas agregando pequeños comentarios combinados con códigos de colores y expresiones cuantitativas y/o cualitativas de observación.

Hojas de cálculo de Google Drive: ¿por qué utilizarlas para el seguimiento de las trayectorias?

   Porque permite compartir la planilla administrando el permiso de acceso (lectura o edición).

   Porque se almacena en la web, lo que permite acceder a las hojas incluso si se perdieran los datos de nuestras computadoras.

   Porque permiten trabajar con funciones que pueden ser muy útiles al momento de sistematizar datos para analizar.

   Porque quedan disponibles en caso de necesitar su revisión ante eventuales consultas del/de la estudiante o su familia, tanto durante como al finalizar el ciclo lectivo.

Compartimos un ejemplo de una planilla utilizada por los y las docentes de una escuela Primaria en este periodo de suspensión de la presencialidad. En ella, se puede observar una organización institucional de la información (solapas por grado) y un registro que combina datos de acceso y participación con las observaciones sobre el modo en que se dieron esas intervenciones. Desde ya, cada escuela podrá ajustar a sus necesidades la producción colectiva de estos instrumentos de registro.


 

Como ejemplo, un dato que no debería faltar es si el/la estudiante ingresó o no al aula; en caso de que no, deberíamos registrar si hemos intentado comunicarnos y en qué fecha. Por otro lado, será de gran utilidad registrar datos personales de cada chico, chica o su familia. En la virtualidad, nos conocemos a través de los intercambios. Entonces, si un estudiante mencionó que en la zona donde vive tiene dificultades de acceso a Internet, debemos tenerlo presente porque tendrá una correlación directa con la posibilidad de participación efectiva y cumplimiento de plazos, en caso de que los hubiera.

La idea es poder registrar tanto la información cuantitativa como la cualitativa, lo que permitirá monitorear los avances y, en base a ello, definir nuevas estrategias o seguir la planificación propuesta de antemano. Al cierre de determinados períodos, los avances registrados de cada estudiante permitirán tener una mirada global del proceso, ofrecer devoluciones integrales e identificar si existe la necesidad de nuevos medios para renovar los vínculos. Se trata de construir lazos a través del conocimiento, de fortalecer la comunidad participando en la cultura común y de sostener la institucionalidad de las escuelas desde la virtualidad.

 

Manos a la obra

Estimadas y estimados colegas, hemos llegado al cierre de este módulo y del recorrido. ¡Solo nos resta la actividad final!

Esperamos que este acompañamiento haya logrado acercarles nociones sobre el uso de Moodle para la enseñanza, además de mostrar algunas tensiones hacia una pedagogía de la virtualidad que fortalezcan la confianza de cada uno y cada una en su tarea, ayudando a multiplicar las oportunidades para sostener la comunidad y aprender por otros medios. Lejos, pero no solos. Cada uno y cada una a su ritmo y en sus tiempos, en su entorno y organización cotidiana, pero sabiéndonos juntos y juntas en el desafío de seguir haciendo escuela, una escuela abierta para todas las y todos los estudiantes de la provincia de Buenos Aires.

A continuación, les presentamos las últimas actividades de este recorrido.

 

Actividades

¡Bienvenidos y bienvenidas colegas a la última propuesta de actividades de esta formación virtual!

Actividad exploratoria (optativa)

 

Les proponemos:

1.   Ingresar al aula de práctica y probar el acceso y/o descarga de diversos informes sobre la “huella digital” propia registrada en ese espacio.

 

Objetivos de la actividad

El objetivo es que puedan realizar prácticas concretas con las herramientas internas de la plataforma, a partir de los aportes del módulo, para obtener información y analizarla.

 

 

La modalidad de participación

Se espera que puedan realizar diversas exploraciones personales y compartan sus inquietudes en el hilo habilitado en el Foro de Consultas.

 

 

Actividad grupal obligatoria: síntesis integradora

 

Como cierre del recorrido, les proponemos elaborar, al interior del grupo en el que vienen trabajando, un material de síntesis de su experiencia por el curso. Para ello, invitamos a cada equipo a elegir el recurso TIC que deseen, pero que habilite a trabajar en colaboración a la distancia.

 

Sugerimos elegir uno de los recursos presentados en este curso u otro que ya hayan utilizado en sus prácticas personales. Por ejemplo: una presentación de diapositivas de Google Drive o un muro digital en Padlet.

 

 Preguntas orientadoras de la síntesis:

¿Qué potencial observan en los recursos de Moodle para sus propuestas de continuidad pedagógica tanto en la situación actual de aislamiento preventivo como en un posible sistema dual que combine el aula presencial y virtual?

¿Qué desafíos las y los interpelan en la tarea docente? (Dimensión didáctico pedagógica, social-comunicativa, administrativa, técnica)

¿Qué oportunidades y beneficios observan en el trabajo colectivo en la institución y qué aspectos de complejidad deberían sortear?

 

Objetivos de la actividad

El objetivo es poder realizar una mirada holística sobre los temas propuestos en el curso, analizando reflexivamente las oportunidades y desafíos de la aplicación en su tarea docente tanto para el contexto actual de aislamiento preventivo y obligatorio como para el desempeño futuro.

 

Tiempo previsto para el desarrollo de la actividad

Se espera que logren concretar la actividad durante la última semana del curso (Módulo 4).

Forma de envío de la actividad y formato de entrega

La participación deberá ser cooperativa en el “Foro de mi grupo de trabajo” y colaborativa en el espacio digital que se elija (recurso TIC), compartiendo el enlace al/a la tutor/a desde el inicio del proceso para poder acompañarlos/as en las necesidades que surjan.

El enlace de la producción final deberá ser enviado además a través del espacio: Envío de la Síntesis integradora grupal, donde el/la tutor/a les enviará la correspondiente devolución. El envío puede realizarlo solamente uno/a de los integrantes del grupo, incluyendo el nombre y apellido de todos/as los/as compañeros/as.

 

También, se invita al equipo a ensayar la subida del recurso TIC elaborado en una pestaña del aula de práctica y en el Foro de Cierre (aula de cursado) que se habilitará para compartir las reflexiones finales entre todos los colegas del aula sobre el trayecto de formación realizado.

Criterios de evaluación

   Participación en tiempo y forma.

   Integración de conceptos desarrollados a lo largo de los cuatro módulos con análisis reflexivo en torno a su aplicación en el contexto institucional.

   Claridad y síntesis de aportes en colaboración entre los y las integrantes del grupo.

   Envío de la síntesis grupal, según los criterios establecidos.

 

Participación del Tercer Encuentro sincrónico en línea (opcional)

 

Al igual que en las semanas anteriores, el/la formador/a a cargo del aula les enviará el enlace para participar de este encuentro. En esta oportunidad, se trabajará principalmente en torno a la actividad integradora final. Quienes no puedan participar, podrán acceder luego a la grabación que quedará disponible.

 

 

Referencias

Buenos Aires. Subsecretaría de Educación. DGCyE. (2020, 12 de mayo). Enseñanza y evaluación. Tercera etapa de cuarentena [Documento Base].

Buenos Aires. DGCyE. Dirección Provincial de Educación Primaria. (2020). Circular Técnica N.° 2/2020.

Buenos Aires. DGCyE. Dirección Provincial de Educación Secundaria. (2020). Circular Técnica N.° 2/2020.

Meirieu, P. (2016). Recuperar la pedagogía. De lugares comunes a conceptos claves. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Southwell, M. (2013). Destinos y salidas: escuelas medias frente a la desigualdad. En M. Southwell y A. Romano (Comps.), La escuela y lo justo. Ensayos acerca de la medida de lo posible. Gonnet: UNIPE Editorial Universitaria.

Páginas Web

Moodle. Disponible en https://docs.moodle.org/

Imágenes

Argentina. Ministerio de Educación de la Nación (2015) Presente. Retratos de la educación argentina. CABA: Ministerio de Educación de la Nación.

 

 

 

 

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Autor(es): Dirección de Educación Superior - Dirección de Formación Docente Permanente. Equipo de Formadores Virtuales y Área TIC.

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DALE Cuadernillo nivel 1 del alumno

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