EL ARMADO DE LA BIBLIOTECA
Una biblioteca en el aula es imprescindible para cumplir con el propósito de formar lectores, pero no es suficiente. En todo el Primer Ciclo, es necesario que la biblioteca sea un espacio de contacto con los libros y se prevean diversas y sistemáticas situaciones para que ese encuentro entre los niños y los libros ocurra.
Se deben incluir allí aquellos libros que resultarán imprescindibles para los niños, aquellos que no caen en el olvido, los que les permitan establecer encuentros con otros lectores de esas historias, los que necesite para llevar adelante las propuestas didácticas que va a plantear en el ciclo lectivo y aquellos que leerá y leerán los niños por sí mismos sólo por el placer de conocer historias, relatos, poemas e informaciones interesantes.
La exploración de los libros: situaciones para su promoción
La biblioteca del aula se constituye en una actividad habitual para los niños de Primer Ciclo. Sistemáticamente se prevén espacios y tiempos para que la biblioteca cobre vida en el aula.
Los lunes y jueves, vamos a tener en la 2º hora de clase, un rato largo para mirar libros y hablar de lo que leemos. Lo ponemos en el horario de la semana.
Construir un espacio para exponer los libros de la biblioteca del aula, así los niños tienen la oportunidad de encontrarse de manera directa con ellos. Poner en sus manos los libros para que puedan explorarlos, escuchar qué dicen mientras los miran, en qué aspectos concentran su atención y hacer comentarios de “lector” para orientar a los niños en la exploración.
El funcionamiento de la biblioteca del aula
Inventario de los libros
La organización de la biblioteca del aula se inicia junto con los chicos aunque aún no sepan escribir de manera convencional ni hayan conocido todas las historias. El inventario es una necesidad: hay qué saber cuántos libros hay y cuáles son para tener un control sobre el patrimonio del grado.
La realización del inventario es una excelente oportunidad para que los niños lean y copien con sentido. Los alumnos –organizados por parejas en 1.º y 2.º e individualmente en 3.º– reciben dos libros y dos tiras de cartón o cartulina para escribir el título y el autor y, entre los escritos de todos, el inventario se irá conformando como una lista en un panel del aula.
Siempre, se les da tiempo para que revisen los libros, analicen los datos de las portadas, las contratapas, los índices y otros elementos paratextuales. En primero –y probablemente, al inicio de 2.º– antes de plantear la copia de los datos necesarios, acérquese a ellos leyéndoles los títulos y dialogando acerca de los libros; de ese modo, evitará que algunos se concentren en intentar decodificar infructuosamente el nombre de un autor desconocido, por ejemplo, y podrá asegurarse de que los niños sepan qué van a copiar, dónde dice lo que van a escribir, desde dónde hasta dónde se extiende el enunciado que se necesita.
Cuando los niños aún no leen convencionalmente, el desafío del inventario es identificar dónde está el título. Sin embargo, es posible ayudarlos a coordinar algunos índices cualitativos y cuantitativos si se seleccionan, por ejemplo, dos libros con títulos muy distintos, se los anima a hacer anticipaciones a partir de la imagen, se les informa explícitamente sobre el título de cada texto y se interviene para hacer jugar estas coordinaciones.
En 3.º grado, será interesante plantear otro problema: muchos títulos de libros, nombres de autores e ilustradores, colecciones y editoriales, subvierten la convención ortográfica sobre el uso de mayúsculas o escriben todo en ese tipo de letra. La elaboración del inventario requiere la toma de decisiones acerca del uso de mayúscula en este escrito que permanecerá en el aula y podrá ser usado como una más de las múltiples fuentes de información sobre la escritura. Si ya utilizan la letra cursiva habitualmente, tendrán que decidir dónde poner las mayúsculas; si aún no la usan con frecuencia, se puede solicitar que señalen las mayúsculas con alguna marca acordada previamente, por ejemplo, subrayar la letra que debería llevar mayúscula.
El inventario no se hace “de una sola vez” ni “una vez y para siempre”. Esta actividad se constituye en una situación de enseñanza hasta que se instala y los niños pueden realizarla, progresivamente, de manera autónoma. Para que una biblioteca se mantenga viva, necesita novedades. Los libros tienen que seguir llegando al aula en distintos momentos del año. Si la dotación de inicio es pobre, se puede recurrir a préstamos de la biblioteca institucional o barrial para asegurar la interacción permanente de los niños con diversidad de textos.
El panel o las fichas de préstamos
Con frecuencia, cada niño elegirá (o recibirá) un libro para llevar a su casa y, así, poder volver una y otra vez sobre el texto. Para organizar los préstamos, cada niño anotará en el panel algunos datos del libro que se lleva:
título y autor en 1.º;
título, autor, ilustrador y editorial en 2.º;
título, autor, ilustrador, colección y editorial en 3.º;
día de préstamo y día de devolución;
nombre del alumno y firma.
Esta actividad permite que los niños exploren y analicen escrituras presentes en múltiples soportes: los datos contenidos en la tapa de un libro, almanaques, carteles con los nombres.
Las fichas de recorrido lector
A través de esta ficha, cada niño podrá llevar un registro de los libros que ha elegido para leer. Para confeccionarla, volverán una vez más sobre los da- tos que brinda este portador y anotarán en la ficha algunas referencias según los requerimientos del grado que cursa.
El maestro confecciona la ficha y el niño es quien la completa cada vez que lee o se lleva un libro en préstamo. En lo posible, cada ficha pasa de grado con ellos y continúa enriqueciéndose año a año. Los maestros engrampan unas con otras. La intención es conservar el registro de los recorridos comunes e individuales de lectura.
El maestro lee y abre espacios de intercambio
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